Narrativas de India en el Siglo XXI

Esta mañana ha tocado la visita periódica a la Casa Asia de Barcelona. "Narrativas de India en el Siglo XXI: Entre la Memoria y la Historia" es la exposición que se puede ver hasta el 30 de septiembre. Quedan pocos días para verla si se está interesado en las nuevas tendecias artísticas que llegan extamuros del feudo occidental.

Los organizadores la definen brevemente como la exposición de "diez artístas de India -Jitish Kallat, Renna S. Kallat, Nalimi Malani, Sheba Chhachhi, Ravinder Reddy, Bharti Kher, Subodh Gupta, Ranbir Kalena, Shilpa Gupta y Vivan Sudaram- representativos de las estrategias que adopta el discurso en defensa de una nueva identidad postcolonial".

Se habla de la necesidad de una generación de crear un nuevo lenguaje que supere el esquema de una sociedad binaria, entre la memoria colonial y la tradición propia, a parte de otros polos sociales y políticos de los que tenemos algún que otro conocimiento.
En este punto me gustaría decir que mis conocimientos son muy anárquicos y más aún si se trata de arte, incluso de arte oriental. No se si esta tendencia artística es la culminación o el desarrollo del trabajo de otros artístas. Los que se presentan en esta exposición no han publicado antes del 2000 en muchos casos.

De ser una primera o segunda generación de artístas con estas inquietudes extraña el tiempo que la India ha tardado en transgredir las viejas formas de una sociedad (la colonial) que formalmente queda atrás en más de 60 años. Otros paises en otros momentos históricos más o menos recientes han pasado por momentos culturales que esta mañana me han venido a la memoria; la España de transición con sus Cristos y Nobleza en tono postmoderno; o, más recientemente, alguna exposición de artítas chinos en su mezcla de Maos y Coca-colas. Puede que sean mecanismos comunes de reacción que simbolizan un cambio, cambio que tal vez ahora le toca a una India que hasta la fecha no había mostrado signos de movilidad de una sociedad a caballo entre las castas y el espíritu de la Commonwealth (binaria como la llaman en La Casa Asia).

En fin pura divagación. Os dejo unas imágenes de la exposición. Algunas muy atractivas. Y a diferencia de otras veces, estos artístas están bastante documentados en la red si alguien tiene más interés sobre el tema.












PENÍNSULA DINGLE

Una buena forma de reincorporarse a la rutina del trabajo después de las vacaciones puede ser revivir algunos de los momentos que nos han dejado huella durante esos días de desconexión. Este año ha tocado Irlanda y de todos los lugares de este país que hemos podido visitar en diez días, me quedo con la Península Dingle.

Ubicada en el condado de Kerry, al sur del país, la Península Dingle es el punto más al oeste de Irlanda. Entre la montaña Brandon y el Océano Atlántico,  una ruta de aproximadamente 40 km permite descubrir acantilados, playas, pequeños pueblos  y muestras de la historia  y el arte irlandés.

La ruta turística por la península comienza en el pueblo que le da nombre, Dingle. A pesar de ser un pequeño pueblo de pescadores, que conserva su encanto, Dingle es un punto turístico muy movido al albergar el principal punto de información del lugar. Esto se traduce en un gran número de bares y tiendas, que no rompen sin embargo la armonía por su aspecto bien integrado. 


A partir de Dingle comienza la verdadera excursión. Casi al principio encontraremos el fuerte Dunbeg, de la Edad de Hierro, y Slea Head unos acantilados desde donde poder observar (con suerte, si no tenemos niebla atlántica) las Islas Blasket. Siguiendo la misma ruta siguen Dunmore Head y Dunquin con playas de esas en las que no importaría pasar un día de sol y mar, siempre que el sol acompañe lo cual no fue nuestro caso, pero ya se sabe que Irlanda (y su clima) es Irlanda. 

Hacia el final de la ruta volvemos a encontrar más muestras de la cultura irlandesa integrada perfectamente en su naturaleza: Riasc, las ruinas de una iglesia del siglo VII; Kilmalkedar, las ruinas de un monasterio del siglo XII levantado en un antiguo campo dedicado a ritos paganos; y especialmente, el Oratorio de Gallorus, pequeña construcción del siglo VII, conservada de forma íntegra, dedicada a la oración de las primeras comunidades cristianas de la época. Aunque su tamaño es reducido, su visita merece la pena; a mi me resulto conmovedor. Es sorprendente ver que se mantiene en pie a pesar de la edad, la sencillez y sobre todo que no se uso ningún tipo de argamasa en su construcción (y a pesar de ello es completamente una construcción impermeable). 

Esto ha sido un pequeño resumen, casi de guía turística, del que sin duda será el lugar (el día) que mejor recuerdo dejará en mi memoria de nuestro viaje a Irlanda. 100% recomendable. La excursión in situ da para más que lo que aquí he resumido, especialmente para largos ratos tumbado en una ladera verde con el océano de fondo. Dejo alguna foto más para los curiosos.