No resulta sencillo formarse una idea clara sobre la figura de Tony Blair.
Este repentino interés por Tony Blair me viene de la entrevista con el ex primer ministro que la revista inglesa ”Attitude” ha publicado en su último número, el cual recomiendo sobre todo con la intención de conocer un poco la opinión de otros al respecto.
Navegando un poco sobre este personaje he resaltado de forma concisa las siguientes ideas.
Durante sus diez años de mandato llevó a cabo una política dirigida a construir una nueva forma de hacer, que se bautizó como el “Nuevo Laboralismo”. Encarnada en la famosa “Tercera Vía”, éste nuevo centrismo, representado o abrazado en Europa y el resto del mundo por otras figuras como Schröder, Clinton o Cardoso, ha acabado teniendo claroscuros más o menos evidentes que alimentan aún más la polémica sobre el antiguo Primer Ministro británico.
En política interna Tony Blair inició una fuerte reforma del sistema educativo y sanitario con resultados dispares. Su socialiberalismo que justificaba la intervención estatal en estas materias representó una mejora, por ejemplo, en reducción de listas de espera. Sin embargo, como el eje de estas políticas fue el mercado en sí, se acabó desarrollando más lo que sería la opción del ciudadano (consumidor) a elegir en detrimento de la igualdad de opciones, como el ala más a la izquierda de su partido le reprocharía.
El segundo a bordo, ministro de economía entonces y actual primer ministro británico, Gordon Brown ha heredado estas políticas de las que se ha visto forzado a renunciar a fuerza de la crisis financiera y económica mundial.
De otro lado, en la mente de todos está todavía, y lo estará por mucho tiempo, la elección de Tony Blair por la respuesta belicista ante determinados conflictos internacionales. La participación armada del Reino Unido en Afganistán, Irak y otras acciones de duradera libertad, chocan con sus políticas internacionales previas en Bosnia o Sierra Leona. A pesar de que su mirada había estado puesta en un principio en las políticas de la Unión Europea, acercamiento a la misma, y un intento de redefinir de forma más justa la globalización y sus efectos, Blair tomó posiciones claras al participar en la Cumbre de Azores y subirse a las espaldas de George W. Bush y sus intentos (fracasados) de extender el modelo democrático americano al mundo, al menos a una parte del mismo bien nutrida de recursos.
El 7 de Julio de 2005 varias explosiones en diversos medios de transporte londinense causaban más de 50 muertos y 700 heridos en un atentado reivindicado por Al Qaeda, como respuesta a la participación armada del Reino Unido en los conflictos del Golfo. Hay quien considera demagogia recordar que esta fue una de las consecuencias de estas políticas internacionales. Yo particularmente creo que debemos recordarlo siempre que surja la oportunidad. Es un claro ejemplo de las reacciones causa-efecto.
Una de la medidas más polémicas tomadas por el último gobierno de Blair a raíz de estos acontecimientos fue la reintroducción en el Reino Unido de la “Identity Card”, similar a nuestro DNI. Abolido en la década de los 50 por Winston Churchill, la ID con chip inglesa fue reintroducida con la intención de controlar la inmigración ilegal y potenciar la política antiterrorista. Numerosas asociaciones activistas alzaron sus protestas por lo que, según estas, era un mecanismo de control no sólo de las actividades ilícitas sino también de cualquier acción activista. A estas quejas, el ejecutivo inglés respondió con un rotundo: “Si no has hecho nada malo, no tienes nada de que temer”.
Volviendo ahora al artículo de ”Attitude” , la revista reconoce a Blair los avances del colectivo homosexual durante sus años de mandato, que por ciertos no se los vamos a negar, aunque era lo menos a exigir a un gobierno “progresista” tras los años de Margaret Thatcher y John Major. Sin embargo, el diálogo pierde fuelle a medida que Blair ahonda en su reciente fe católica y su involucración activa con la misma.
Se presenta a si mismo como activista cristiano de buena fe. Resalta la necesidad de la Iglesia y sus distintos grupos en unir sus fuerzas y en reinterpretar el mensaje bíblico conforme a los tiempos que corren y la nueva forma de pensar de la gente. Sin embargo no se pronuncia a la hora de opinar sobre los dictados que desde el Vaticano nos están llegando y que son los que en último extremo dirigen el pensamiento general católico. Nada dice Tony Blair al respecto de la postura de la Iglesia a la que ahora respalda sobre la despenalización a nivel mundial de la homosexualidad (es decir, negarse a la misma).
Solo pretendía dar unas pinceladas de los motivos por los que este ex dirigente resulta complicado de encasillar cuanto más profundizas en su biografía, y de paso llamar la atención sobre el artículo mencionado para saber cuales son otras opiniones al respecto. A diferencia de otros políticos, como José María Aznar que sigue defendiendo la existencia de las armas de destrucción masiva contra viento y marea, o Al Gore que se llena los bolsillos con documentales sobre lo que pudo hacer junto a Clinton y no hizo, Tony Blair sigue fiel a su línea: la continua contradicción.