CUANDO EL CELIBATO LLAMA A LA PUERTA, LA IGLESIA ABRE EL COFRE DE LOS TESOROS


“El otro día un caballero me dijo que los curas están equivocados en no casarse, porque la Biblia dice que Dios bendijo al hombre y a la mujer, diciéndoles: «Sean fecundos, multiplíquense y llenen la tierra». 
Le contesté que, en verdad, este texto aparece en el Antiguo Testamento (Gén. 1, 28); pero que los católicos no nos debemos quedar anclados en el Antiguo Testamento. Nosotros somos hijos del Nuevo Testamento, y ahí hay claras indicaciones a favor de la virginidad religiosa. Además Jesús mismo no se casó para así poder entregarse totalmente a su Padre y anunciar su Mensaje. También tenemos el ejemplo del apóstol Pablo y otros más.” 


Así reza el comienzo de una carta que un sacerdote publica en www.catholic.net para argumentar una de las obligaciones más viejas e incumplidas por los miembros de la Iglesia Católica: el celibato.

Si hacemos una simple búsqueda en el diccionario veremos que:

celibato.
(Del lat. caelibātus).
1. m. soltería.
2. m. coloq. Hombre célibe.

Y si queda alguna duda, buscaremos:

célibe.
(Del lat. caelebs, -ĭbis).
1. adj. Dicho de una persona: Que no ha tomado estado de matrimonio

El lenguaje descontextualiza este término, dejándolo desnudo de cualquier otra connotación. Adquiere otra dimensión social en el momento en que se entiende como modus vivendi, como instrumento para un fin. Los sacerdotes y las monjas son célibes para servir a Dios; ya lo explicaba arriba mi invitado. Pero,¿se sirven a si mismos? ¿Nos sirven a nosotros?

A raíz del post “Las causas de la homofobia de la Iglesia; los movimientos eclesiales: Opus, Kikos, Legionarios y Focolares” publicado recientemente en el blog nivorg.blogspot.com, y de los comentarios hechos al mismo, he recordado el libro de Pepe Rodríguez “La Vida Sexual del Clero” (Ediciones B, 1995), del que me gustaría compartir algunas ideas con todos los amigos neotestamentarios.

Pepe Rodríguez nacido en Tortosa en 1953 y licenciado en Ciencias de la Información, es además de docente periodista especializado en temas religiosos y sectarios. Ha publicado diversos ensayos entre ellos el mencionado, que lejos de lo mórbido de su título trata con rigurosidad historia y actualidad sobre el celibato en la Iglesia, y los motivos por los que debería abolirse pero no se hace.

Muy a pesar del Nuevo Testamento, el celibato no se comenzó a reivindicar por diferentes órdenes religiosas (que no todas) hasta el siglo V. El celibato no se constituirá como hecho regulado hasta el Concilio de Letrán (1123); y no será de obligado cumplimiento hasta el Concilio de Trento (1545-1563), momento en que se constituye de forma definitiva como hoy lo conocemos como respuesta a la Reforma. Tras el Concilio Vaticano II se han comenzado a escuchar voces renovadoras en la Iglesia Católica, que han solicitado una nueva definición del voto de castidad, voces calladas desde la propia jerarquía católica. Así pues, decía Juan Pablo II en su Carta a Los Sacerdotes: “Jesucristo, después de haber presentado a los discípulos la cuestión de la renuncia al matrimonio «por el reino de los cielos», ¿no ha añadido tal vez aquellas palabras significativas: «El que pueda entender, que entienda»? La Iglesia latina ha querido y sigue queriendo, refiriéndose al ejemplo del mismo Cristo Señor, a la enseñanza de los apóstoles y a toda la tradición auténtica, que abracen esta renuncia «por el reino de los cielos» todos los que reciben el sacramento del orden.”. A su vez Benedicto XVI, seis meses después de su designación, quiso dejar claro que el celibato de los sacerdotes es irrenunciable e invitó al clero «a reavivar su compromiso de fidelidad».

Los ultraconservadores Concilios de Letrán y de Trento (promovido este último por Paulo III, uno de los pontífices más disolutos que se recuerdan), fueron y son de la gran estima de Wojtyla, Ratzinger y el Opus Dei. Unidos a las escuelas fundamentalistas de espiritualidad sacerdotal del Siglo XVII, perfilan el concepto de casta clerical actual, incluido el indiscutible celibato. Tan fuertes son estas tendencias que Paulo VI no se atrevió, a pesar de los aires renovadores a poner en tela de juicio la indiscutibilidad del celibato en su encíclica post-conciliar (Concilio Vaticano II) “Sacerdotalis Coelibatus”. Ésta a su vez daría la entrada años después a la también fundamentalista “Veritas Splendor” de Wojtyla y a los más recientes comentarios de Ratzinger.


Sin embargo, y aunque hoy no es el momento para extenderse en este punto, sólo hay una verdad que resplandece. El celibato carece de soporte neotestamentario alguno. Baste de momento con recordar que Jesucristo era judío, religión que fomenta claramente el matrimonio, y que las pocas referencias al tema en los Evangelios al tema han sido históricamente manipulados a través de traducciones motivadas por diversos intereses.

La realidad actual es que gracias a los dos últimos pontífices nos encontramos ante una realidad fundamentalista en el campo del celibato (bueno y de muchísimos otros), muy a pesar del cinismo demoledor de la “Sacerdotalis Coelibatus” de Paulo VI: “El celibato es la elección de una relación personal más íntima y más completa con el misterio de Cristo y de la Iglesia, por el bien de toda la humanidad”.

La Iglesia Católica lleva años manteniendo una serie de bases fundamentales dentro de la realidad seminarista:

1) gente ultradisciplinada y aseguradora del orden vaticano;
2) gente formada en un concepto de Iglesia influenciadora;
3) y gente apolitizada, meramente funcionarial.

Una vez que tenemos sacerdotes y monjas convencidos de estos tres pilares, ¿qué beneficios obtiene la Iglesia Católica manteniendo el celibato? Pues, los siguientes, sólo posibles con personas adiestradas en la sumisión religiosa:

1) El abaratamiento de la mano de obra. No necesita muchas explicaciones. Un cura soltero es más barato presupuestariamente que un cura con familia. Sin embargo, otras confesiones que han separado vida secular y vida civil, como hechos compaginables, ya han demostrado que esto es un absurdo.

2) Con el celibato el sacerdote asume/acepta de por vida la institución religiosa, la cual se desentiende al 100% de su formación académica. Recortamos pues más costes y evitamos deserciones hacia una vida civil para la que no se está preparado. Aunque todos hemos visto, seguro, a alguna monjita universitaria, las cifras dicen que sólo un 0,14% del clero accede a los estudios universitarios. El contraargumento creo que puede ser el mismo del punto anterior.

3) Parece ser que la frustración personal que supone el celibato lleva a muchos religiosos a una conducta compulsiva hacia acumular en los material. Al final de sus vidas, muchas de estas personas mueren sin herederos legales, y sus bienes van a parar a la Iglesia que tan poco ha invertido en ellos. Esto sólo podría arreglarse con un fuerte intervencionismo estatal en la materia (Perdón, que el PSOE le pone alfombra roja a la Curia Papal. Esto va a ser complicado entonces).

Resumiendo, la Iglesia Católica ha mantenido una institución anacrónica y sin soporte histórico/documental por el motivo más antiguo: el económico. Además, se trata de un sistema que, al más puro estilo de Gestapo de sotana y tonsura, se aplica por unos pocos (la alta jerarquía) en detrimento de unos muchos (más de 1.500.000 religiosos en todo el mundo).

Queda para otro capítulo las consecuencias, a nivel psicológico especialmente, que supone esta forma de vida para miles de religiosos y que la Iglesia ningunea con el mayor de los descaros.

Empezaba con las palabras de un sacerdote y termino con las de otro. El fallecido Diamantino García, el que fuera presidente de la “Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía”, miembro del “Sindicato de Obreros del Campo”, en resumen cura obrero:

“La ley del celibato obligatorio es actualmente muy negativa y produce muchos más daños que beneficios. Desde el punto de vista histórico no se entiende, y evangélicamente no hay razones para imponer a los sacerdotes esta ley. Yo acepté en un documento el ser célibe, pero lo hice por la fuerza, no por voluntad propia”.

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6 Comenta lo que quieras aquí:

17 de marzo de 2009, 11:52 Anónimo dijo...

Excelente argumentación.

Cuanto más tiempo pasa las instituciones católicas se hacen más ultraconservadoras, más reaccionarias y más opresoras.

Cada vez más alejadas de la realidad social, hasta el punto de que comienzan a caminar en dirección contraria a la mayoría de las personas.

Espero que sea signo de decadencia y de su próxima autodestrucción.

Salu2

17 de marzo de 2009, 17:03 Sílvia dijo...

Que miedo de institución¡¡¡ Sólo espero que lo que predican sea cierto, por que van a tener una eternidad para dar explicaciones sobre sus desmanes a aquel para el que construyeron un reino en la tierra ...

18 de marzo de 2009, 18:55 Unknown dijo...

Para hacer un comentario con cara y ojos (y no éste) sobre este excepcional post, necesito más tiempo. Me ha impresionado mucho algunas de las cosas que dices y sobre todo, me ha enriquecido un montón. Lógico es que el celibato tenga sus raíces en cuestiones económicas. La Iglesia se enriqueció a costa de "donaciones" obligadas y curiosas "últimas voluntades" fruto normalmente del miedo y la coacción del pronto a fallecer.

En fin, coincido con Marcos en la excelente argumentación -totalmente entendible dicho sea...-En resumen, me parece que antes que Gomarra voy a lanzarme a leer el libro que recomiendas que ya toca. La verdad es que me muero de las ganas.

Besos desde Nivorg.

18 de marzo de 2009, 21:32 Sergio dijo...

Gracias Santi. En el artículo no supe como encajar un dato muy pintoresco al que tu podrías sacarle mucha punta: "la renta de putas"; ala a hacerse una idea con ese nombre.

18 de marzo de 2009, 21:34 Sergio dijo...

Silvia te acuerdas de aquel monólogo de Rowan Atkinson haciendo de algo así como Pedro Botero, cuando llama a los cristianos para entrar en el infierno: "Lo siento los judios tenían razón". Siempre nos quedaremos con que el juicio está por venir.

23 de marzo de 2009, 14:51 ousk dijo...

En mi muy modesta opinión, creo que el celibato se lo pasan por la sotana, puesto que saben de su estupidez. Y gracias que lo hacen! Muchos más niños están a salvo! (lástima que no sean más los curas que se van de putas!)
Por otro lado, creo que tendrían más afiliaciones, si abiertamente se borrara de los votos el de la castidad... (el de la pobreza, viendo como viven los "jefes" nadie se lo cree)