Bajo el título de “Las Chicas Malas No Leen Catón” comienzo una mini serie dedicada a mujeres que han hecho historia por su expediente delictivo. Debo advertir que el único hándicap a priori para esta sección será mi inconstancia, aunque espero vencerla, pues, la lista de personajes es larga.
Hace años conocí el personaje de Christine Keeler a través de la letra de una canción de Alaska + Dinarama que decía: “Cristina Keeler, Affair Profumo, Escándalo a nivel Internacional” (“Sra. Kleenex”, cara B del single “Perlas Ensangrentadas”, Hispavox 1983). Desde ese momento he tropezado en varias ocasiones con esta historia que ahora me gustaría resumir.
Conocida como “Escándalo Profumo”, la historia de nuestra protagonista une los ingredientes de una película de James Bond: prostitución de lujo, espías rusos, y políticos en la palestra. Y como todas las historias merece una breve biografía.
Con nombre de coche asesino, Christine Keeler nació el 22 de febrero de 1942 en Uxbridge, Middlesex. Una infancia y pre-adolescencia en un entorno suburbial de postguerra empujó a Christine a abrirse paso en el mundo de la moda londinense con tan sólo 15 años. A los 18 ya se había casado, divorciado, perdido un hijo y conseguido un lugar como striper en el Murray’s Cabaret Club. Desde un principio no fue la hija predilecta para la sociedad conservadora inglesa posterior a la II Guerra Mundial.
A principios de los años 60 comienzan los hechos que darían fama (que no prestigio) a Chistine Keeler. Fue en el Murray’s Cabaret donde conoció a Stephen Ward, con quien mantuvo una “relación sentimental” (según las fuentes fue una relación puramente platónica) todo lo duradera que hechos y circunstancias permitieron.
Stephen Ward, reputado osteopata, fue conocido socialmente como médico de algunas de las personalidades aristócratas de la época. Menos conocida era su devoción por las jovencitas, y aún menos su afición por ejercer como proxeneta de luxe entre éstas y sus pacientes. A cambio de aportar grupos más o menos reducidos de pre-señoritas Stephen Ward organizaba fiestas para personalidades en grandes mansiones de la compañía inglesa.
En Julio de 1961, Stephen Ward se encargó de la organización de una fiesta en la piscina de Cliveden, la mansión del Vizconde de Astor. Christine Keeler fue una de las elegidas para asistir a la fiesta y es allí donde conoce a John Dennis Profumo, ministro de Defensa del gobierno conservador de Harold Macmillan. De manera inmediata John Profumo se deja engatusar por los encantos de la joven Christine comenzando una aventura extramatrimonial con ella.
John Profumo, sin embargo, no hizo bien sus deberes teniendo en cuenta lo elevado de su posición y, sin duda, subestimando las complicaciones que está relación podía aportarle. Si hubiera sido más cuidadoso habría sabido de las otras relaciones sentimentales de Christine: no sólo la comentada con Stephen Ward, sino también otra menos platónica con Yevgeny Ivanov, agregado de la Embajada Rusa en Londres.
Como luego se supo en los jucios de 1963, Ivanov estaba bajo las sospechas de los Servicios Secretos Británicos (MI5), ya que lo consideraban espía activo para el Kremlin. Antes los tribunales ingleses Stephen Ward declaró que Ivanov había sido paciente de su consulta y que tras haber intimado éste le confesó su labor de espionaje. Fue entonces cuando, con la promesa de grandes beneficios, Ward e Ivanov (que ya mantenía relaciones con Christine Keeler), convencieron a nuestra protagonista para obtener de John Profumo sobre la política de los Estados Unidos sobre el traslado de misiles a la antigua República Federal Alemana. A fecha de hoy se desconoce con certeza si Christine Keeler asumió voluntariamente esta tarea y si realmente consiguió algún resultado.
Fue el MI5 quien abre las puertas para el desenlace de la historia. Convencidos de que algo se cocía en el entorno de Ivanov, los Servicios Secretos informaron al Primer Ministro de la relación Profumo-Keeler. En principio Profumo niega la mayor, pero el MI5 no se da por satisfecho y airean la relación a los medios de comunicación.
En ese momento Profumo se vio forzado a la dimisión, a la vez que Keeler y Ward eran sometidos a juicio. Ivanov tuvo que poner pies en polvorosa y volver al Kremlin con las manos vacías, por lo que fue degradado.
En el juicio ante los Tribunales Ingleses Ward fue condenado por proxeneta, aunque no llegó a escuchar el veredicto porque se suicidó el día anterior.
Christine Keeler fue acusada de “conspiración” y cumplió condena en la cárcel.
A esta alturas puede que haya alguna persona decepcionada. Anunciaba al principio crimen femenino, y sin embargo he comenzado con un personaje más cercano al concepto de víctima que al de criminal. Todos los involucrados en esta historia pagaron por las consecuencias de sus hechos conscientes. Incluso alguno de ellos ha sido reivindicado de forma inverosímil; es el caso de John Profumo, quien a pesar de sus indiscreciones y dudosa competencia para estar al frente del cargo que ocupó ha sido reivindicado con máximos honores:
- Margaret Tatcher lo invitó públicamente a uno de sus aniversarios como primer gesto de reconciliación por parte del partido conservador.
- Tony Blair lo devuelve en 1993 al consejo Real del que había sido expulsado.
¿Quién ha reivindicado la figura de Christine Keeler? Nadie salvo ella misma o algún director de cine que poco o nada ha conseguido. Como decía fue técnicamente una criminal, pero moralmente una víctima de hombres sin escrúpulos cuyos deslices pudieron haber sido de notable repercusión en la pólitica mundial (en plena epoca de la crisis de los misiles).
Probablemente una cabeza de turco con una historia fascinante. Puede que incluso esto sea, casi 50 años después una entretenida historia con una bonita protagonista.
Christine Keeler publicó sus memorias en 2001: “The Truth At Last: My Story”.
Michael Caton-Jones dirigió en 1989 la película “Scandal”, que incluye en su banda sonora el tema de Dusty Springfield “Nothing has been proved”, que queda como punto y final.
http://www.youtube.com/watch?v=IZip7Y_IDqQ
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Felicidades¡ gran documental y la serie acaba de empezar ... la vas a dedicar sólo a historias reales o aparecerá alguna malamalísima de ficción, también? Retratarás también a malas ilustres de la antiguedad o te limitarás a lo contemporáneo? Jesús, vaya interrogatorio. Sea cono sea, te ha quedado bordado, estoy esperando la siguiente entrega. Un beso.
Gligreeliab
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Poutbrero
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